Hay un detalle en los escritos de los niños cuando están terminando de construir el código e inician la primaria, uno que de pequeño no tiene nada, y lo llamo "detalle", tal vez, porque con nuestros ojos deformados de tanta adultez no lo habíamos visto; pero es un rasgo gigante y es que la escritura es un solo bloque, repleto de un signo repetido y contundente como la respiración, un signo obligado a operar como un conector universal de todos los enunciados allí escritos: es la "Y", también llamada "Y Griega".
Podría ser el signo más claro del paso de la escritura inicial de preescolar a la primaria, el modo que indica cómo los niños terminan su iniciación en la escritura y que es el punto de partida del desarrollo de la misma, pues para que los textos evolucionen, se tienen que abandonar esas “Y”, y sustituirlas por otros signos: los signos de puntuación, en particular el punto, que va a generar una revolución en toda la función, la forma y el estilo de la escritura.
El inicio del Programa Letras Prima, o uno de sus inicios, parte de esta constatación: las escrituras de los niños que llegan a la primaria están llenas de esas "Y", además de innumerables redundancias, pues repiten palabras, nombran al sujeto una y otra y otra vez: "si y yo le dije y entonces ella me dijo y luego yo le dije" e insisten en escribir muchas veces los pronombres y los nombres como en la oralidad.
Esas redundancias sumadas a las onomatopeyas "ahhhhhh gritó" y "cuando yo le enterré la espada dijo ayyyyyy" son la forma muy peculiar de escribir de los pequeños, y para decirlo de una vez, simple y en una frase: lo que pasa es que escriben como hablan.
Es a partir de allí que el inicio del Programa Letras Prima surge, de esa constatación que los niños al comienzo de la primaria -de allí la palabra Prima-, escriben como hablan y tienen que pasar de esa escritura oralística, a una escritura escritural, es decir a una escritura con la forma evolucionada de nuestra cultura.
Todo eso, que fue primero una observación inicial, se convirtió en ese entonces en una investigación sobre el origen de la escritura con la buena fortuna de encontrar a un gran teórico, maestro del tema, que lo había estudiado y que había escrito un tremendo libro, Walter ONG. Se llamaba "Oralidad y Escritura" y mostraba justamente lo mismo en la historia: que la escritura al comienzo era oralística y que después evolucionó a un lenguaje propio, diferente, con identidad, forma, función y estructura, signos y discurso propios, y que esa evolución sucede igual en los niños.