Los programas de alfabetización tan de moda en las políticas educativas del siglo pasado, nos dejaron con la falacia de que alfabetizar era formar escritores. Y eso mismo les pasa a ciertos profesores y más a las mamás, cuando dicen que en el colegio de sus niños "salen leyendo y escribiendo" en transición.
Se trata de imprecisiones dobles, pues una cosa es que un adulto salga alfabetizado de una campaña, o que un niño haga en transición sus primeros pinos en la escritura con código, y otra que se haya iniciado en la lengua escrita y la puedan usar fluidamente para comunicarse. Podrán, ciertamente, escribir palabras sueltas y una que otra breve oración, y con un gran esfuerzo, pues tienen que poner atención plena a la búsqueda de cada consonante, cada vocal y cada sílaba de las palabras, gastando un largo tiempo en la tarea. El alfabetizado básico y el aprendiz a mitad de camino no tienen entonces una habilidad funcional sino que han avanzado un trecho más en su formación. En eso tenemos que estar muy atentos, y más aún con los niños, con los que no podemos cantar victoria sin llegar a la meta.
Sobre la automatización del código ya hemos hablado en otras partes. Se realiza cuando el procedimiento de aislar los sonidos de las vocales y consonantes de la sílaba y ponerlas juntas según corresponde, se hace automáticamente. Esto se sabe porque el niño codifica una y otra vez, con ritmo, de una manera mecánica, inconsciente y fluida, pensando ahora solamente en el contenido del decir, en el mensaje. Es muy importante lograrla, y a ello ayuda los dos últimos pasos de Beta, que se ocupan de la automatización del código, centrándose en ella con la escritura de oraciones cortas primero, largas después y de pequeños cuentos al final. Además, se debe continuar aprovechando situaciones cotidianas significativas para la escritura, y eso se puede hacer al final de Beta y al comienzo de Gamma. Lo crítico aquí está en no iniciar Gamma si el niño no tiene el código automatizado, porque, como lo hemos repetido otras veces, el aprendizaje de la alfabetización se concluye con la atomización del código. Y por eso mismo enunciamos este primer principio pedagógico práctico para Gamma: el problema de Gamma, no es Gamma, sino Beta. En otras palabras si encontramos problemas en Gamma es por que los niños la inician sin haber consolidado el código alfabético. Si eso pasa podemos acuidar a las herramientas nivelatorias del Programa. Pero si esto no sucede, y los niños ya codifican alfabéticamente de manera fluida, “como sin pensar”, están listo para avanzar en su proceso con Gamma.
El siguiente paso consiste en incluir unos ajustes hechos especialmente para que los textos sean fácilmente legibles. Los hemos llamado Matices Escriturales, y tienen su origen en importantes transformaciones que se fueron haciendo en la escritura durante los cuatro siglos siguientes a la invención del código alfabético. El primero de ellos es la separación de las palabras, lo que permite que el lector, sin descifrar letra por letra, pueda anticipar lo dicho en cada palabra, percibiendo fragmentos de la misma y así fluir más rápido en su lectura.
El segundo es el control del caso de las letras, lo que significa diferenciar las mayúsculas de las minúsculas, utilizándolas dónde corresponde; especialmente las minúsculas que deben ubicarse de una manera específica en el canal central del renglón ferrocarril. Esta diferenciación y ubicación adecuada de las mayúsculas y las minúsculas en el texto, y el renglón ferrocarril cuando se usa, además de ser una convención social obligatoria en la escritura, es otra de las muy grandes ayudas que permitirá organizar las escrituras y en consecuencia su legibilidad.
La separación de las palabras, la diferenciación del caso de las letras, y su adecuada ubicación en el renglón ferrocarril, son pues los matices para la legibilidad, que se trabajan en la primera mitad de Gamma, dando pie al segundo principio práctico de esta herramienta: los matices escriturales son las llaves de la legibilidad en la escritura.
La separación de las palabras, la diferenciación del caso de las letras, y su adecuada ubicación en el renglón ferrocarril, son pues los matices para la legibilidad, que se trabajan en la primera mitad de Gamma, dando pie al segundo principio práctico de esta herramienta: los matices escriturales son las llaves de la legibilidad en la escritura.
La escritura alfabética se produce cuando se parte una palabra en sílabas y se pone para cada sílaba, la consonante y la vocal que suena a su lado. Hay palabras sencillas con una estructura muy básica, como "PALA", que tiene dos sílabas, cada una con una consonante y una vocal; sin embargo, hay otras como la palabra "MONSTRUO", que son mucho más complejas ya que tienen dos consonantes al final de la primera sílaba, una combinación al comienzo de la segunda y dos vocales repetidas al final de la palabra, que la hace “monstruosamente” compleja.
La primera rareza de algunas de las sílabas, como las de la palabra “monstruo”, es que tengan dos vocales repetidas. Lo que sucede en estos casos, es que los niños, siguiendo su procedimiento aprendido, sacan la sílaba de la palabra, la enuncian como siempre, pero cuando tiene dos vocales, les terminan sonando sólo una de ellas. A la mayoría de los niños les suena la última, porque queda sonando; pero a otros, curiosamente, la primera. El caso es que es muy frecuente que omitan una de las dos vocales.
El otro caso raro de las sílabas es cuando tienen consonantes dobles juntas. Es muy conocido en la escuela tradicional, bajo el nombre de las combinaciones. Se trata de sílabas que inician con dos consonantes cuyos sonidos se amalgaman, como en el caso de la “T” y la “R” en palabra “TRÉBOL”, siendo omitida una de ellas casi siempre la del medio.
Por último, la tercera ubicación rara para algunos niños, es la de las consonantes al final de las sílabas, como la “s” al final de la primera sílaba de la palabra “Postobón” que los niños suelen enunciar y escribir cómo “Potobón”. Esto sucede también a menudo en los nombres, como en el caso de “María Andrea” que los niños transforman regularmente, llamándola y escribiéndola sin las consonantes combinadas ni finales, con un a secas 'MANANEA'.
Trabajando estos tres casos en Gamma, se logra el perfeccionamiento de la codificación alfabética y con ello, la reducción sistemática de las omisiones de letras en la escritura. Este es pues el aporte a la ortografía de Gamma, que se llama ortografía silábica, y que junto el trabajo de los matices que ya mencionamos, permite la conquista de la legibilidad de los escritos de los niños y nos da pie para nombrar el tercer y último el principio práctico de Gamma: La codificación alfabética se aprende cuando la automatización de escritura y la legibilidad plena de los escritos.